lunes, 24 de febrero de 2014

Concierto Día de Andalucía (Promoción Jóvenes Valores)

Martes, 25 de febrero | 20,30 horas 
Salón de actos | Fundación Miguel Castillejo


El próximo martes 25 de febrero tendrá lugar en la Fundación Miguel Castillejo el Concierto Día de Andalucía (Promoción Jóvenes Valores Andaluces) que contará con las actuaciones de Carmen Alcántara Fernández (arpa) y Diego Jiménez Mediano (saxofón), con el siguiente programa:

Primera Parte
Sonata en Sol Mayor. Carl Ph. E. Bach (1714-1788).
Fantasía en Do menor. L. Spoht (1784-1859).
Impronptu op. 86. G. Fauré (1845-1924).

Segunda Parte (Arpa y saxofón)
Pavane pour une infante difunte. M. Ravel (1875-1937).
Entr'acte. J. Ibert (1890-1962).
Intermezzo. G. Bizet (1838-1875).
Berceuse. G. Fauré (1845-1924).
Meditación de Tahis. J. Massenet (1842-1912).
Canción popular. M. de Falla (1876-1946).

Entrada libre hasta completar aforo.

viernes, 21 de febrero de 2014

Séptimo domingo de tiempo ordinario

Lev 19,1-2.17-18: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 
1 Cor 3, 16-23: Todo es vuestro, vosotros de Cristo, Cristo de Dios.
Mt 5,38-48: Amad a vuestros enemigos.

Las reflexiones espirituales y cristianas que en este séptimo domingo del ciclo ordinario nos ofrece nuestra Madre la Iglesia giran también en torno al Sermón de la Montaña. 

A una sociedad inmersa en la vida de empresa, le suena a <<cuento chino>> lo que hoy nos dice el Evangelio: <<Si te dan una bofetada en una mejilla, pon la otra>>, en oposición direct al uso común del mundo empresarial, en el que priman los empujones y las zancadillas de unos contra otros, porque lo que importa es el éxito, el poder, el querer dominar a los demás sin importar para nada el <<amor al prójimo>>. En la misma dirección podíamos hablar de las otras sentencias de Jesús: <<Si una persona te pide que camines con ella durante una milla, acompáñale dos; o si alguien te pide un vestido, dale también la capa>>. Las propuestas de Jesús se parecen más a unas propuestas propias del mundo de los sueños que a unas propuestas del mundo de la realidad. O, en todo caso, las propuestas de Jesús, como mucho, sirven para ciertos grupos reducidos de vida cristiana, al estilo de las primeras comunidades evangélicas. 

Por otro lado, las anteriores propuestas de Jesús parecen entrar en contradicción con otros dichos y hechos del mismo Jesús. Así, por ejemplo, Jesús nos conmina a poner la <<otra>> mejilla, y, sin embargo, Él, en la noche de su pasión cuando lo abofeteaban no puso la otra mejilla, sino que se volvió a uno de los soldados y le dijo: <<si he faltado en el hablar, declara en qué está la falta; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?>> (Jn 18,23). Con todo, en el Evangelio pasa lo que en el refranero español, que las cosas hay que entenderlas bien. Todo tiene su filosofía y su verdad.

Jesús insiste una y otra vez: <<Amad a vuestros enemigos porque, ¿qué mérito tenéis en amar a los amigos? Esto también lo hacen los paganos>>. Es una máxima típicamente cristiana, aunque los hombres de la humanidad de mayor altura moral, como le pasó a Buda, ya atisbaban un cierto deber que tiene el hombre ético y el hombre honesto de perdonar al hombre que le hace una ofensa. Hay un texto de Buda que tiene una gran semejanza con la anterior máxima de Jesucristo. El texto es el siguiente: <<Aún cuando los ladrones y asesinos os aserrasen un miembro tras otro y os encolericéis en vuestro corazón, incluso en este caso, debéis de actuar de la siguiente forma: No queráis pensar nada injusto, no dejéis escapar ninguna mala palabra, nosotros queremos mantenernos amables y compasivos, con buen corazón, sin odio oculto>>.

A nosotros se nos hace una montaña tener que perdonar, <<incluso a nuestros enemigos>>, pero lo cierto es que en el interior de cada persona humana siempre hay un rescoldo de verdad, de justicia, de positividad. Nadie es malo en su totalidad, por eso siempre cabe el perdón. Lo importante es que con los ojos del corazón, que son los ojos de la fe, descubramos lo que de bueno hay en las personas, en todas las personas, incluso en aquéllas que son enemigas. Sólo desde una visión positiva de los demás estaremos en condiciones de ofrecerles nuestro perdón en sus desvaríos. A este propósito, me comentaban de una película sobre la Segunda Guerra Mundial en la que un oficial del ejército discriminaba a otro oficial por no haber hecho determinadas muertes, a lo que éste le contestó: <<Cuando tú ves a un hombre a unos trescientos metros tuyos lo ves como tu enemigo, pero cuando ese mismo hombre lo ves sólo a tres pasos es un hombre con toda la carga de humanidad, con nombre propio. Entonces, ya no es tu enemigo, sino tu hermano>>.

Decía Martin Luther King que la violencia y el hacer el mal a los demás, porque los considero enemigos míos, sólo produce una carga y una revolución continua de violencia, de ofensas y de luchas intestinas. 

Eso mismo le pasa a Dios con nosotros. Nosotros con nuestros pecados nos oponemos a Dios, en franca enemistad con Él, pero Dios ve en nuestro corazón, nos perdona y nos quiere como hijos; por eso le rezamos: <<Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden>>. Por tanto, de nada vale participar de la Eucaristía y cumplir al milímetro con nuestros preceptos si saliéramos de nuestras iglesias con el corazón cargado de odio hacia nuestros enemigos.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Concierto Coral Orfeón Cacereño

Sábado, 22 de febrero | 20,30 horas 
Salón de actos | Fundación Miguel Castillejo


El próximo sábado, día 22 de febrero, el Orfeón Cacereño, con motivo de su visita a Córdoba, actuará en la Fundación Miguel Castillejo.

Concierto Coral en el que interpretarán el siguiente programa:



Entrada libre hasta completar aforo.
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viernes, 14 de febrero de 2014

Las Pinedas I (a la infancia de mis nietos)

Martes, 19 de febrero | 20,00 horas 
Salón de actos | Fundación Miguel Castillejo
El próximo miércoles 19 de febrero tendrá lugar en el salón de actos de la sede de la Fundación Miguel Castillejo la presentación del libro Las Pinedas I (a la infancia de mis nietos) de Antonio León Sendra. 

El acto está organizado por la Fundación San Pelagio, y contará con la colaboración del Ilmo. Sr. D. Manuel Fraijó Nieto, Catedrático Emérito de la UNED.

Entrada libre hasta completar aforo.

Mesa redonda Refundación Hermandad de la Caridad

Martes, 18 de febrero | 20,30 horas 
Salón de actos | Fundación Miguel Castillejo


El próximo martes 18 de febrero tendrá lugar en el salón de actos de la Fundación Miguel Castillejo la mesa redonda organizada por la Hermandad de la Caridad con motivo del 75º aniversario de su refundación. 
El acto contará con la intervención del Hermano Mayor y otros miembros de esta centenaria hermandad, así como la de otros Hermanos Mayores de varias hermandades cordobesas y otras personalidades de relevancia en el mundo cofrade.

Modera: Antonio Guillón.
Entrada libre hasta completar aforo.

Sexto domingo del tiempo ordinario

Eclo 15,16-21: Dios conoce todas las acciones de los hombres.
1 Cor 2,6-10: Dios predestinó la sabiduría antes de los siglos para nuestra gloria.
Mt 5, 17-37: Se dijo a los antiguos […] pero yo os digo.

Una de las páginas más misteriosas de los Evangelios es la que hoy nos pone la liturgia de la Iglesia para nuestra meditación y reflexión cristiana. Por una parte, San Mateo nos presenta a Jesús con la personalidad y la autoridad que emanan de su condición de Hijo de Dios, por eso corrige una y otra vez la interpretación de las leyes del Decálogo. <<Se os dijo… pero yo os digo>>. Pero, por otra, el mismo Jesús sentencia. <<no creáis que he venido a abolir la ley y los profetas>>. Estamos ante una paradoja cuya solución es necesario aclarar.

Lo que Jesús nos está indicando no es ni más ni menos que la superación en la forma de entender e interpretar el Decálogo de moisés. Jesús apunta directamente al corazón del hombre, santuario del ser, fuente de donde mana el auténtico cumplimiento de la ley. La ley no es algo abstracto y frío, que hay que cumplir <<a rajatabla>> y <<al pie de la letra>>, por encima de las situaciones humanas. La ley sólo tiene sentido en cuanto está al servicio del hombre: <<El sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado>> (Mc 2,28). Si nos damos cuenta, en medio de las <<superaciones>> que Jesús hace de la ley mosaica aparece el motivo de dichas correcciones: <<Si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos>>. Es decir, Jesús no elimina la ley antigua, sino el modo como la vivían e interpretaban los fariseos: desde un legalismo y un rigorismo inhumanos, que no vivifican al hombre, sino que lo esclavizan.

Frente a la letra de la ley, Jesús opone el espíritu de la ley, el corazón y la vida. La letra mata, el espíritu vivifica. Por eso Jesús amplía el arco de actuación de la ley misma: no sólo lo externo, como pretendían los fariseos, sino también, y sobre todo, lo interno: no sólo los hechos, sino también, y sobre todo, la intención de esos hechos. La ley abarca a la persona entera, a su íntegra dignidad. Porque la ley que Jesús anuncia es la ley nueva del amor, que engloba la ley mosaica, pero no se agota en ella, sino que la supera. La superación de Jesús se centra en tres grandes verdades de vida:

Primera verdad, el respeto físico y moral a la vida humana: <<Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás […] pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado>>. Jesús reitera con fuerza el valor de la vida humana en un contexto social en el que dicha vida no valía nada. Pero apostilla, igualmente, que el respeto a la vida humana pasa necesariamente por respetar y defender los derechos y la dignidad de las personas. La razón no es otra que ésta: el ser humano no es imagen de Dios. Quien mata y quien no respeta a los demás ofende a Dios, y por ello <<merece la condena del fuego>>. El cristiano ha de defender el derecho a la vida; ha de respetar, promover, y defender los derechos humanos, denunciando los casos de flagrantes injusticias que van contra la ley de Dios, como el aborto, la pena de muerte, las torturas, las difamaciones y las calumnias. Igualmente, el cristiano ha de vivir con una profunda actitud de perdón y de misericordia, corazón del amor: <<Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano>>. Todo esto abarca la ley que afirma taxativamente: <<No matarás>>.

Segunda verdad, la honestidad y transparencia de vida que brota del corazón. Al más puro estilo fariseo, podemos vivir la esquizofrenia entre ser y actuar, desligando nuestros hechos de nuestras profundas y vitales actitudes de vida. Por ello, aquí es necesario recordar la conexión interna que existe entre ser y hacer: <<Habéis oído el mandamiento: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su corazón>>. Lo que nos dignifica o nos arruina humanamente es la intención última que se esconde en cada uno de nuestros hechos. Aquí se ve muy claro aquello de la <<letra>> y el <<espíritu>> de la ley. Por eso, Jesús, conocedor del alma humana, advierte con sagacidad: <<Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el abismo>>. Hay que purificar las intenciones y vivir con un corazón limpio.

Tercera verdad, vivir desde Dios y para Dios, único absoluto de nuestra vida. Todo lo que no sea Dios o provenga de Dios acaba ahogando nuestro espíritu. A nosotros nos basta saber bien de quién nos hemos fiado. Lo demás son supercherías y especulaciones dañinas.

En síntesis, la ley de Cristo no acaba con la de Moisés. Le confiere plenitud. Llena de espíritu su letra. La interioriza, aumentando así una exigencia que radica en lo profundo de la libertad. Sustituye los preceptos medibles por principios ideales, y por ello no bastará la vida entera para conseguir su cumplimiento perfecto. Así es el camino del Evangelio: la vida en tensión y en superación constante, que pone en juego y que arriesga la libertad.

Mis queridos hermanos y amigos, pidámosle al Señor que nos ayude a vivir con transparencia y claridad, con un corazón siempre limpio y honesto, de modo que nuestras actitudes avalen nuestros hechos, y, de este modo, como veíamos el domingo pasado, nuestra luz alumbre a los hombres.

jueves, 6 de febrero de 2014

Quinto domingo del tiempo ordinario

Is 58,7-10: Entonces romperá tu luz como la aurora.
1 Cor 2,1-5: O he anunciado a Cristo crucificado.
Mt 5,13-16: Vosotros sois la sal y la luz del mundo.

Una de las verdades incontestables por la que se define un buen cristiano es su testimonio de vida. Lo hemos dicho ya en innumerables ocasiones. el testimonio no es otra  cosa que el resultado de la coherencia sin fisuras entre lo que se cree y lo que se hace, entre lo que se anuncia y lo que se vive. Es vivir lo que se cree y se anuncia y creer y anunciar lo que se vive. La fe sólo es operativa en las obras, porque sin ellas es una fe muerta (cf. Sant 2,14-26). Sin fe no hay auténtico testimonio cristiano, pero sin las obras que avalan esa fe tampoco.

Uno de los argumentos más y mejor usados por los no creyentes a la hora de atacar a la Iglesia y a todo el mundo cristiano es, o la ausencia de un auténtico testimonio de vida evangélico, o la presencia de un antitestimonio pernicioso y nocivo. Tanto la ausencia de testimonio como el propio antitestimonio revelan el divorcio entre la fe y la vida, de querer a toda costa conjugar lo inconjugable: los criterios y las exigencias evangélicas con los criterios personales de vida, contagiados por la mentalidad del confort, del lijo, del consumo y de la ausencia de compromisos, que socavan los cimientos mismos de nuestras sociedades occidentales.

El cristiano está llamado a ser la sal de la tierra y la luz del mundo. En otras palabras, el cristiano ha de ser un hombre comprometido, testigo de Jesucristo y de su Evangelio. Su testimonio de vida es su mejor predicación; por ello Jesús sentencia: <<Por sus frutos lo conoceréis>> (Mt 7,16.20); <<Lo que rebosa del corazón lo habla la boca>> (Lc 6,45). No se puede ser cristiano a medias, cristiano light, a caballo entre Dios y el dinero (cf. Mt 6,20). No es cristiano el que enciende una vela a Dios y otra al diablo del poder. La vida cristiana o se vive como fermento, pregunta y reto para uno mismo y para los demás, o deja de considerarse cristiana.

La vida cristiana es como la sal y como la luz. Como la sal, vale de algo mientras tiene una virtud interior sazonadora, mientras es capaz de contagiar ilusión, alegría, compromiso, entrega, generosidad, amor; como la luz, en cuanto irradia y arroja claridad en medio de las tinieblas del mundo. Si el cristiano no es sal, no sazona, y si no es luz, no alumbra, su vida carece de sentido. G. Bernanos comentaba al respecto: <<Cristo nos pidió que fuésemos la sal de la tierra, no el azúcar, ni la sacarina. Y no digáis que la sal escuece. Lo sé. Lo mismo que sé que el día que no escozamos al mundo y empecemos a caerle simpáticos será porque hemos empezado a dejar de ser cristianos>>. Mayor claridad no cabe.

Sercristiano <<a medias>>, si es que tal cosa es posible, es lo más fácil del mundo. Lo difícil es ser cristiano de verdad, esto es, adorar a dios ne espíritu y en verdad, tratar de ser puro en un ambiente erotizado, ser sobrio y desprendido entre quienes han hecho del dinero, del poder y del sexo sus primeros valores, tener los ojos del alma abiertos a lo trascendente y a la justicia. Lo difícil para cualquiera que abraza la fe no es amar al mundo o amar a los hombres, sino amar este mundo y a este hombre concreto. Evangelizar el mundo exige como prioridad la cristianización de los cristianos: poner el fermento evangélico en las zonas íntimas de nuestro ser. No podemos ser sal ni luz para los demás si nosotros mismos estamos sin sazonar y somos ciegos; no podemos dar ejemplo a los demás de lo que nosotros carecemos; no podemos predicar y manifestar a Dios, si Dios no está en nuestro corazón. Cada uno da de lo que tiene: el que está lleno de Dios, dará a Dios; el que está vacío, transmitirá sus amarguras: <<Si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo>> (Mt 15,14).

La metodología evangélica está en las antípodas de cualquier metodología de poder. El Evangelio se instala en la vida como un grano de trigo que se transforma en millones. Cuando Bernardo de Claraval rezaba largamente, se mortificaba en silencio y predicaba con claridades exentas de miedo; no todos imaginaban que su vida austera y sus palabras claras estaban minando los cimientos de la falsa vida que tantos eclesiásticos llevaban en su tiempo y de la que tantos señores temporales se servían para amordazar a la Iglesia y, con ella, a la sociedad.

Afortunadamente, y con razón, son hoy muchos los cristianos que buscan afanosamente solución a los antiguos dramas sociales de nuestro tiempo: derechos  humanos violados, guerras fratricidas, hambre en medio del festín de riquezas sin precedentes. Así, testimonian con sus hechos, lo que creen en su corazón. Así anuncian la verdad e integridad del Evangelio de Jesucristo, camino de salvación y de liberación.

Mis queridos hermanos y amigos, seamos sal de la tierra y luz del mundo. Que hagamos nuestra la recomendación final de Jesús en el Evangelio de hoy: <<Alumbre así vuestra luz a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro padre que está en el cielo>>.