jueves, 31 de octubre de 2013

"In memoriam" de Rafael Muñoz Sánchez

Jueves, 7 de noviembre | 20,30 horas 
Salón de actos | Fundación Miguel Castillejo

La tertulia cofrade “Juan de Mesa”, en colaboración con esta Fundación, presentará el próximo día 7 de noviembre la mesa redonda “In memoriam” de Rafael Muñoz Serrano, que fue decano de los capataces de Córdoba y cofundador de la mencionada tertulia.

En ella intervendrán:

Javier Romero Castaño, contertulio y capataz de cofradías.
Lorenzo Juan Luque, contertulio y capataz de cofradías.
Manuel Pedraza Peña, contraguía y cofrade de La Paz.
Antonio Morales Vega, costalero de la Virgen de La Paz.
Fernando Navarro Bravo, antiguo costalero del Resucitado.
Rafael Muñoz Cruz, capataz de cofradías e hijo del homenajeado.

Presentará el acto Francisco José Mellado Lucena, contertulio.
Será moderado por Antonio Benítez Jiménez, contertulio.


Entrada libre hasta completar aforo.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Trigésimo primer domingo del tiempo ordinario

Sab 11,23-12,2: Señor, a los que pecan les recuerdas su pecado, par que se conviertan.
2 Tes 1, 11-2,2: Rezamos por vosotros para que Dios os considere dignos de vuestra vocación.
Lc 19,1-10: El hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.

Hace ya bastantes años, cuando el ateísmo estaba en todo su apogeo, le preguntaron al cardenal J. Daniélou su opinión sobre esta filosofía de vida, señal de distinción de quienes se decían y declaraban progresistas. Con una respuesta clara y certera, manifestó que el ateísmo era tan viejo como la humanidad, porque en el fondo no es otra cosa que <<la lucha permanente del hombre por encontrar y encontrarse con Dios; de lo contrario –arguyó sagazmente-, ¿qué necesidad tendría alguien de negar a Dios si Dios no le importara realmente? El problema de Dios ha sido y es el gran problema del hombre, bien sea para afirmarlo, bien para negarlo>>.

La historia de Zaqueo es nuestra propia historia, la de cada hombre en particular y la de todos los hombres en general. Es la historia de un encuentro, de una convergencia y de una necesidad. El hombre es búsqueda, necesidad, encuentro y convergencia con dios, pero Dios también sale permanentemente al encuentro del hombre porque quiere su conversión y salvación. El misterio de la encarnación de Jesucristo es la expresión más genuina de este encuentro. Jesucristo es la síntesis perfecta, el perfecto diálogo entre lo humano y lo divino. Dios se hace hombre para que el hombre llegue a Dios.

La salvación de Zaqueo por Jesús comienza con la necesidad de aquél, casi infantil, de subirse a un árbol para ver al Salvador. Esta necesidad no es otra cosa que un hondo deseo, la vocación irresistible del hombre de <<ver>> a Dios, de encontrarse con Él, siendo así fiel a lo que define y estructura: que es imagen de Dios (cf. Gén 1,27). El hombre sólo se realiza en Dios; por eso cuando, como Zaqueo, pierde conciencia de esta realidad, vaga errante por los caminos de la insatisfacción personal que le aproximan a la infelicidad. Y por ello mismo, también como Zaqueo, cuando descubre que anda por caminos equivocados, da media vuelta y retoma el sendero de la salvación.

Pero Dios también tiene, digámoslo así, <<necesidad del hombre>> en el sentido de que se preocupa por el hombre y por todo lo que le acontece porque quiere su salvación, que viva. Esto es lo que se nos ha proclamado en la lectura del libro de la Sabiduría: <<Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida>>. Esta <<necesidad divina>> es la que manifiesta claramente Jesús en el Evangelio de hoy. Zaqueo se sube a un árbol para ver a Jesús y ahora resulta que es Jesús quien levanta los ojos para ver a Zaqueo. Éste tomó la iniciativa del camino de vuelta a Dios pero Dios ya lo estaba esperando con los brazos abiertos, deseando que tal conversión se hiciera realidad para ofrecerle de inmediato su amor, su misericordia y su perdón, en simetría perfecta con la actitud del padre de la parábola del hijo pródigo (cf. Lc 15,11-32).

Ya se ha producido el encuentro, producto de una necesidad y de un deseo. Ahora, el encuentro provocará la convergencia, la compenetración total entre la salvación que ofrece Dios y la buena disposición del hombre para recibirla. Dios se hospeda en el corazón del hombre; éste se convierte y desde este preciso momento se opera la salvación.

Una cosa está clara, la salvación que Dios ofrece al hombre no es una cuestión nada más y sólo de Dios. Dios inició el primer movimiento en el momento mismo en que nos creó, un movimiento que sigue eternamente presente porque Dios camina a nuestro lado durante todo el arco de nuestra vida. Pero Dios camina junto a cada uno de nosotros sin obligarnos a nada. Por ello, la salvación es también una <<cuestión>> humana, en el sentido de que hemos de tener un corazón bien dispuesto para recibirla de las manos de Dios. Es el movimiento del hombre hacia el centro de su vocación: Dios.

Como siempre, no podían faltar los <<parados>> de todos los tiempos, aquellos que han convertido su vocación en su situación; es decir, se encuentran tan bien en sus propias estructuras personales que nunca han hecho el más mínimo ademán de iniciar cualquier movimiento. Son los <<buenos>> de siempre, los que no necesitan de Dios porque se bastan a sí mismos. Son los que piensan que la realización humana, la felicidad y la salvación de Dios se deben al esfuerzo y coraje humanos. En realidad son personas <<paralizadas>>, anquilosadas y víctimas de su propia autosuficiencia. Nunca se han encontrado con Dios porque nunca se han encontrado con ellos mismos en el fondo de su alma. Por eso son tan vacíos como superficiales y lo malo es que quieren que los demás sean como ellos y por eso critican cualquier gesto de aproximación a la verdad de la vida, que es también la verdad de Dios.

Nunca han comprendido ni pueden comprender el amor de Dios porque nunca se han dejado amar por Dios. Esto es lo terrible: vivir en el infierno de sí mismos, es decir, en la absoluta ausencia del amor, de Dios.
Mis queridos amigos, no por el hecho de ser cristianos lo tenemos ya todo conseguido. En realidad ser cristiano es estar en continuo movimiento, siempre en camino hacia Dios. El camino requiere de la dinámica de la conversión diaria que nace del deseo de <<ver>> a Dios y de encontrarse con Dios. Ser cristiano es necesitar cada día de Dios y saber que sólo Dios y nada más que Dios salva. Ser cristiano significa también alegrarse por la conversión de los demás, por las cosas buenas que le suceden a los demás y no dejarse llevar por las etiquetas y prejuicios, porque las apariencias engañan. Ser cristiano es, en fin, dejarse amar profundamente por Dios, como Zaqueo, para con ese amor amar intensamente a los demás. Como dice Romano Guardini: <<Es hermoso sentirse unido con Dios en la solicitud de la persona amada y pensar que ésta queda envuelta y protegida en esta unidad>>.

Homilía para esta festividad de Mons. Miguel Castillejo, recogida en el libro Palabra de Dios para nuestro tiempo. Homilías desde la COPE. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 2004. 

viernes, 25 de octubre de 2013

Trigésimo domingo del tiempo ordinario

Eclo 35,15-17.20.22: Dios no desoye los gritos de los pobres.
2 Tim 4,6-8.16-18: El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar el Evangelio.
Lc 18,9-14: El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Jesús de Montreal es una película canadiense sobre la vida del Señor. Lo peculiar de ella es que los grupos que la contemplan están asesorados por un equipo técnico que le indican qué escenas de la vida de Cristo son las más relevantes y, en consecuencia, merecen ser vistas con mayor atención y concentración. Es como si con esta técnica quisiera indicarse que la vida de Jesucristo está orientada para cada uno de nosotros en todos sus episodios en general y en  cada uno en particular.

Hoy San Lucas –evangelista que nos va guiando en todo este ciclo litúrgico- detiene su mirada en la oración de dos personajes de la época: el fariseo y el publicano. Son dos personajes opuestos en los tres grandes ámbitos de la vida judía del tiempo de Jesús: el ámbito social, el económico y el religioso; dos personajes protagonistas de una sencilla e instructiva parábola que encarnan dos modelos de oración y dos actitudes de vida ante la oración. Por ello la parábola tiene por finalidad enseñarnos cuál ha de ser nuestra pose interna antes Dios, es decir, cómo debemos orar.

En bastantes ocasiones cuando analizamos la postura del fariseo lo condenamos sin más. Y es necesario advertir que el fariseo ni será mala persona como se piensa. No llevaba mala vida, cumplía los preceptos y mandatos de Moisés, en la sociedad era considerado como buena persona. Entonces, ¿qué es lo que Jesús condena del fariseo? Lo que el fariseo pensaba en su interior: él, a diferencia de los demás, no era un pecador. Es decir, Jesús condena el sentimiento de superioridad del fariseo, su <<saberse>> justo y bueno frente a los pecadores, su <<sentirse>> excesivamente seguro de sí mismo. En el fondo lo que se está ventilando es una religiosidad que no trasciende los límites del hombre, una religiosidad al margen de Dios. El fariseo se sentía tan seguro de sí mismo que no necesitaba a Dios para nada y, en consecuencia, la salvación era la recompensa al sólo y único esfuerzo humano. Por tanto, el don y la virtud de la humildad no tienen cabida en posturas como la descrita porque una de las principales premisas de esta virtud es reconocer las buenas obras que dios opera en todos los hombres. Quien no ve esto –decía Santa Teresa de Ávila- no está preparado para el amor.

La autosuficiencia del fariseo esconde un serio defecto muy presente, en ocasiones, en nosotros los cristianos. Este defecto no es otro que el narcisismo, es decir, considerar la vida religiosa en general y la vida de oración en particular, como una especie de escaparate en el que yo, valiéndome de Dios ante los demás, todavía me doy a valer más de lo que soy. Es como un ateísmo disimulado: yo creo en Dios pero interesadamente, porque lo instrumentaliza para aparentar ser lo que no soy: bueno en lugar de pecador. Es el pecado de orgullo y soberbia de siempre. Por ello, viene muy a colación la segunda lectura del apóstol San Pablo que hemos proclamado. En principio San Pablo parece un poco fariseo porque, a ejemplo de la parábola, confiesa todas las grandes cosas que ha hecho por la causa de Jesús y del Evangelio: <<He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor me premiará>>. Sin embargo, apostilla: <<Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje>>. Es decir, San Pablo nos remite a la gracia y al poder de dios, fundamento y sostén de nuestro ser y de nuestra misión.

Por otra parte, la parábola no es una invitación unilateral a reconocer sólo la dimensión de pecado y a olvidar la dimensión de bien que hay en cada uno de nosotros. Sería el extremo opuesto del optimismo absoluto del fariseo. Tenemos que aprender a valorar y a querer cuanto de bueno hay en nuestro corazón, porque todo ello es don y es gracia de Dios. De igual modo tenemos que aprender a ver el pecado, que también habita en nuestro corazón, producto de nuestras debilidades y miserias humanas.

Mis queridos hermanos, la vida del cristiano, la nuestra propia, está llena de contrastes. Unas veces, como el publicano, acudimos a Dios desde nuestra realidad de pecadores y le suplicamos su gracia y su perdón, sin los cuales no podríamos avanzar en el largo, duro y difícil camino existencial de la fe; otras, por el contrario, a imagen y semejanza del fariseo, nos sentimos orgullosos de ser como somos: perfectos, simplemente. Entonces llega la falsa seguridad religiosa y el afán de protagonismo, apareciendo la egolatría: yo soy dios para mí mismo, dejando al margen de nuestra vida al verdadero y único Dios.

La vida cristiana no consiste en una presunción desesperada, anteponiendo nuestros intereses a los de Dios, ni tampoco en compararnos con los demás para ser los hombres fieles ante el mundo y los pecadores ante Dios. Nuestra vida ha de poseer la transparencia de la verdad y de la libertad, para llamar e invocar a Dios en lo profundo de nuestro corazón. A los cristianos de este tiempo nos hace falta la búsqueda constante de nuestra verdadera identidad. La vida auténtica conduce a Dios y no trata de buscar justificaciones a las propias situaciones sino de penetrar en el talante del Evangelio y en sus exigencias, siendo coherentes y sinceros con nosotros mismos, de modo que nuestras buenas obras las vea nuestro Padre que está en los cielos (cf. Mt 5,16).

La autosuficiencia es una falsa interpretación del camino salvador. El cristiano se fundamenta en Cristo, siervo del amor, camino que conduce a Dios, quien siendo rico se hizo pobre, siendo Dios se hizo hombre y se humilló, <<obedeciendo hasta la muerte y muerte en cruz.  Por eso Dios lo exaltó>> (Flp 2,8-9).
Mis queridos hermanos, como el publicano, entonemos a Dios nuestra petición de perdón, implorando su misericordia: <<Señor, ten compasión de mí que soy un pobre pecador>>. Éste es el único camino que lleva a Dios, porque es el único en el que nos sentimos necesitados de Él, reconociendo que nosotros no podemos nada por nosotros mismos y todo lo podemos con Dios, <<en quien vivimos, nos movemos y existimos>>.

lunes, 21 de octubre de 2013

Apertura de curso 2013-2014 en el Centro María Rivier

Centro María Rivier | Promoción, Formación e Integración de la mujer inmigrante
Músico Ziryab, nº 4 | Córdoba


Ya ha tenido lugar la apertura de curso en el Centro de Promoción, Formación e Integración de la mujer inmigrante - María Rivier, cuya actividad patrocina la Fundación Miguel Castillejo.
Durante el pasado curso, en dicho centro, se impartieron clases a más de 380 alumnos de diferentes nacionalidades, estimando que su actividad formativa y de apoyo humano tuvo incidencia actual sobre más de 1.000 personas, tanto de forma directa como indirecta. 


El Centro, con la ayuda de nuestra Fundación trabaja para el fomento de la formación, el empleo y la orientación y la igualdad en el trabajo de la mujer inmigrante en nuestra sociedad. Para ello dispone de un profesorado en torno a los 40 docentes entre los que se cuentan doctores en medicina, personal de asistencia técnica sanitaria, profesorado de escuelas infantiles y universitario, psicólogos, terapeutas ocupacionales y otros voluntarios de Córdoba capital y de Peñarroya-Pueblonuevo.


A lo largo del próximo curso 2013-2014 se impartirán las siguientes especialidades: Auxiliar de Geriatría, Auxiliar de Educación Infantil; curso de Cocina Mediterránea, de Cultura General, de Español y de Francés; de los cuales ya han dado comienzo las clases de Auxiliar de Geriatría.

jueves, 17 de octubre de 2013

Vigésimo noveno domingo del tiempo ordinario

Éx 17,8-13: El auxilio me viene del Señor que hizo el cielo y la tierra.
2 Tim 3, 14-4,2: Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo.
Lc 18, 1-8: Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará la fe en la tierra?

En este vigésimo noveno domingo del tiempo ordinario celebra la Iglesia en Domund, es decir, el domingo mundial de las misiones de la Iglesia católica.

El mismo Sánchez Dragó afirma: <<Quiero romper una lanza a favor de las misiones y disipar calumnias en lo tocante a estas instituciones, en las que los misioneros se limitan a ayudar al prójimo, en zonas de dolor, de miseria, de enfermedades, de analfabetismo, de tiranía y de hambre. Los misioneros no venden, ofrecen; no predican, explican; no juegan, se la juegan; no explotan, siembran; no cobran, pagan; no asustan, consuelan>>. Es una hermosa reflexión que sintetiza la esencia y el alma de las misiones, a la vez que debería mover los corazones de todos los hombres, creyentes o no, para que incrementen su ayuda a estas instituciones.

En la segunda lectura que hemos proclamado San Pablo le recomienda a Timoteo, obispo que él había consagrado, que proclame la Palabra, que insista <<oportuna e inoportunamente>>, que reprenda, reproche y exhorte con toda comprensión y pedagogía. Para San Pablo, la misión de la evangelización es la única misión del cristiano, según el mandato de Jesucristo: <<Id y haced discípulos de todas las naciones […] y enseñadles a guardar todo lo que os he mandado>> (Mt 28, 19-20). Todos, por tanto, tenemos que ser misioneros, cada cual en su puesto y desde su puesto. Éste es el profundo mensaje del Domund y no aquella aldea infantil que tanto se cultivó en nuestra niñez que se ceñía a echar unas cuantas monedas en unas huchas con cabezas de negritos o de indios o chinos. Es decir, la idea sobre las misiones que subyacía antes del concilio Vaticano II era inexacta: los países a evangelizar eran únicamente los no católicos, los católicos se suponían ya maduros y cualificados en el compromiso cristiano. Tremendo error éste.

todos los países, sean o no católicos, están necesitados de una profunda y serie evangelización: los no católicos porque aún no conocen la verdad de Jesucristo; los católicos porque han viciado el Evangelio en muchos planteamientos y compromisos de vida, sintiéndose cómodos en la falta de creencia. Por ello, el papa Juan Pablo II, en sus múltiples discursos y en todos sus viajes a los países considerados <<católicos>>, habló una y otra vez de <<recristianizar>> y <<reevangelizar>> Europa que, a su vez, es <<evangelizada>> por los países que antes eran evangelizados por ella con la presencia de los misioneros y misioneras que desde esos países vienen a trabajar en Europa para hacer más auténtica la fe de todos nosotros.

¿Cuál es el sentido profundo de la misión? Pablo VI, en la encíclica Populorum progressio, lo definió claramento: <<Fiel a las enseñanzas y al ejemplo de su divino Fundador, que dio como señal de su misión el anuncio de la Buena Nueva a los pobres, la Iglesia nunca ha dejado de promover la elevación humana de los pueblos, a los cuales lleva la fe en Jesucristo>> (n.12). Es decir, el sentido de la misión no es otro que la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos. Ésta es la principal tarea de los misioneros y misioneras en los llamados <<países del tercer mundo>>, en donde no sólo explican la fe sino que la viven y dan testimonio de ella haciendo visible y palpable el amor de Dios a los hombres mediante la construcción de hospitales, guarderías, escuelas, proyectos de agricultura, etc.

Tengo un íntimo amigo, misionero espiritano, quien, junto con otros dos misioneros, desarrolla su labor en Tanzania, en una zona paupérrima, con un perímetro de unos tres mil kilómetros cuadrados. Sus padres están en Córdoba y siempre que viene a visitarlos procura verme para cambiar impresiones sobre el desarrollo de la misión. En una de sus últimas visitas me comentaba que la misión y sus necesidades eran muy grandes y pocos los misioneros, como recordando aquella sentencia del Evangelio: <<La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies, que envíe obreros a su mies>>. (Lc 10,2-3). Yo no lo podía dar misioneros pero sí una buena ayuda económica para paliar en lo posible las dificultades materiales, de modo que la evangelización fuese más efectiva. Esta ayuda se tradujo en la compra de un todo-terreno para cubrir las enormes distancias, en la construcción de una pequeña casa-vivienda de los misioneros y en avituallamientos sanitario.

Hoy, día de las misiones, se nos pide muy poca cosa: una ayuda material y otra espiritual. La ayuda material es un pequeño donativo cuya suma solemos gastar a menudo en cuestiones baladíes, para remediar en lo posible tantas y tantas carencias básicas y elementales, propias de los países pobres en donde nuestros misioneros y misioneras entregan a diario su vida. La ayuda espiritual es tan importante o más que la material. Es la oración por las misiones, por los misioneros y misioneras, para que el Señor les aumente cada día la fe, la esperanza y el amor. ¿Cómo, pues, podrían soportar las duras condiciones económicas, sociales, políticas, si no fuera por su fe en Dios, que los mantiene y los sostiene? ¿Cómo entender la entrega a los demás, incluso hasta dar la vida, sin el amor de Dios? De ningún modo se entendería ni sería posible sin una motivación sobrenatural: su fe, su esperanza y su amor a Dios, traducidos en la entrega y en la generosidad sin límites a favor de los desheredados y marginados de la tierra.

Mis queridos amigos, qué grande es la Iglesia; qué grandes sus misiones; qué grandes sus misioneros y misioneras. Divulguemos la fe en nuestros ambientes, en los que muchos se apartan de ella por cualquier reflexión ligera, fácil de resolver cuando se acude ante el sagrario y en franco diálogo con el Señor se analizan los motivos de las divergencias surgidas. Pidamos al Señor por las misiones. Ayudemos a los misioneros y, aunque sea por un día, seamos todos misioneros.

martes, 15 de octubre de 2013

Semana Cultural San Rafael

Con motivo de la celebración del día de San Rafael, la Fundación Miguel Castillejo, en colaboración con la Ilustre Hermandad de San Rafael Custodio de Córdoba, ofrecerá una serie de eventos para solemnizar esta festividad en la Semana Cultural San Rafael 2103. Dichos actos culturales se desarrollarán durante la semana del 21 al 25 de octubre, y se regirán por el siguiente programa:

Lunes 21 de octubre
- Presentación del sello filatélico San Rafael.
- Presentación DVD. Procesión custodio 2102.
- Conferencia: San Rafael y la Orden Mercedaria. A cargo de D. Francisco Mellado Calderón (Doctor en Historia y Periodista) Presenta D. José Luis Romero González (Cronista de la Hermandad)
En la sede de la Fundación
A las 20,30 horas.

Martes 22 de octubre
- Conferencia: El libro de Tobías y el arte. A cargo de D. Diego Álvarez Aguilar (Archivero de la Hermandad). Presenta D. Julián Hurtado de Molina (Hermano Mayor de la Hermandad). 
En la sede de la Fundación
A las 20,30 horas

Miércoles 23 de octubre
- Eucaristía ofrecida por la Federación de Peñas Cordobesas a Su Santo Patrón, oficiada por Mons. Miguel Castillejo Gorraiz, Presidente de Honor Perpetuo.
- Concierto Sacro: 'Coral del Real Círculo de la Amistad' Director Luis Bedmar
- Pregón a San Rafael, a cargo de la Iltma. Sra. Dña. Amelia Caracuel, presentada por el Excmo. Sr. D. José Antonio Nieto
En la Basílica del Juramento.
A las 20,30 horas.

Viernes 25 de octubre
- Concierto Extraordinario Clausura de la Semana Cultural San Rafael. Real Centro Filarmónico de Córdoba Eduardo Lucena. Director: Carlos Hacar.
En la sede de la Fundación
A las 20,30 horas

Entrada libre a todos los actos.

domingo, 13 de octubre de 2013

Rafael Cerrato

Miércoles, 16 de octubre | 20,30 horas 
Salón de actos | Fundación Miguel Castillejo

Hoy tendrá lugar la presentación de la obra del autor cordobés Rafael Cerrato, quien realiza su actividad creativa entre su residencia habitual en una vieja masía del siglo XVII cercana a Montserrat y numerosos países de todo el mundo (él mismo se define ya como un apasionado por el estudio de otras culturas), especialmente en Miami, ciudad a la que se encuentra igualmentevinculado y donde ha presentado varias de sus obras.

Dicha presentación correrá a cargo del académico D. Alfonso Gómez López y, en en el curso del acto, se hará entrega al autor del Premio Cordobeses por el mundo 2013, que le ha sido otorgado este año por esta
asociación, con el que se distingue cada año a un cordobés ilustre que traspasa nuestras fronteras.

jueves, 10 de octubre de 2013

Vigésimo octavo domingo del tiempo ordinario

Texto evangélico
2 Re 5,14-17: No hay Dios en toda la tierra más que el de Israel.
2 Tim 2,8-13: Si perseveramos, reinaremos con Cristo.
Lc 17,11-19: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

El Evangelio que en este domingo proclama la Iglesia tiene una cierta conexión con la fiesta de la Virgen del Pilar –también llamada la fiesta de la Hispanidad-, que acabamos de celebrar también esta semana.

Muchas cosas se están diciendo sobre el descubrimiento de América, sobre todo por algunos pseudointelectuales españoles. Unos lo califican de gesta, otros de cruzada, otros de genocidio de unos pueblos y sus respectivas culturas. El gran historiador Sánchez Albornoz hizo un diagnóstico certero sobre la esencia del pueblo español: <<Nos cuesta mucho digerir nuestra propia historia; es nuestro pecado nacional>>. Una actitud que difiere y dista mucho de la del pueblo alemán. Su canciller Helmut Kohl ha hecho el siguiente comentario, a propósito de la reciente y rtiste historia de la Alemaniza nazi: <<Alemania asume su historia tal y como es, con sus páginas brillantes y con sus páginas negras>>.

En el Evangelio que hoy trae la Iglesia a colación sobre la curación de los diez leprosos nos encontramos con algo parecido a lo que acabamos de comentar. El Evangelio nos presenta un grupo de leprosos, diez para ser exactos, de los cuales nueve eran judíos y uno samaritano. Los judíos eran los buenos o, al menos, los que se creían buenos, porque cumplían la ley <<a rajatabla>>; el samaritano era en teoría malo, un heterodoxo del cumplimiento de la ley. Todos le piden al Señor que los cure. Jesucristo accede a tu petición. De ellos sólo el samaritano, el considerado del grupo de los pecadores y de los malos, se vuelve para darle las gracias porque reconoce que todo es don de Dios y, en consecuencia, sabe que la salvación de Dios no se puede comprar, en contra del criterio de quienes se creían buenos. Es una escena que tiene una gran similitud con la parábola del fariseo y el publicano (cf. Lc 18,9-14): aquél, lleno de soberbia y orgullo se cree justo; éste, en cambio, desde el desamparo y la pobreza de su vida, se reconoce pecador y suplica el perdón de dios. También se asemeja a la escena de la mujer pecadora que limpia los pies a Jesús (cf. Lc 7,36-40), en la que Jesús da una gran lencción al fariseo sobre la misericordia de Dios, o a la parábola del buen samaritano (cf. Lc 10,25-37).

El mensaje no es otro que éste: en muchas ocasiones los alejados de la Iglesia, los ateos, los no creyentes, los que en el fondo se encuentran distanciados y retirados de Dios, cuando se encuentran lisa y llanamente con Dios, bien sea por medio de una experiencia inesperada y sorprendente, bien sea por el testimonio coherente de ortos creyentes, vibran con Él y lo sienten. A partir de ese momento, se convierten y constatan que todo lo que les ha sucedido ha sido un regalo, un don y una gracia de Dios. Por ello, les faltan palabras para alabar a Dios, postura diametralmente opuesta a la de quienes estamos siempre en los aledaños del Señor. Aquellos que por nuestra infancia, por nuestra educación, por nuestra cultura, nos encontramos muy poseídos de una fe que es también un regalo y un don de Dios, sin embargo nos falta el talante agradecido, el talante par saber ponernos, como el leproso samaritano, a los pies de Jesucristo, dándole las gracias porque nos ha curado. En una frase con mucha enjundia y filosofía, manifestaba Chesterton lo siguiente: <<El día seis de enero les damos las gracias a los Reyes Magos porque nos han llenado los zapatos de regalos, pero ningún día nos acordamos de darle las gracias a Dios por los dos pies que nos ha dado para poder llenar los zapatos>>.

Todos los días tenemos un cúmulo de cosas por las que dar las gracias a Dios y por tanto, hemos de asumir lo bueno y lo malo de nuestra historia personal y social. Dios nos trata y nos mima con la mano derecha, pero a veces también lo hace con la izquierda. ¿Cómo podríamos criticar indiscriminadamente toda la gran gesta de España en América, si allí se sembró también la fe que hoy es testimoniada por millones y millones de personas? En nuestra pequeña y particular historia, la de cada uno, tenemos que mirar todo el bien que nos hace Dios, con las cosas que nos agradan y con las que nos desagradan, y no quedarnos dándole vuelta a lo malo que somos. Por eso, alguien comentó con sorna que a muchos cristianos se nos podía representar perfectamente como a El caballero de la mano en el pecho de El Greco, siempre entristecidos y viendo en nuestro interior solamente la dimensión de sombra, lo negativo.

La llamada del Evangelio de hoy es una llamada a la luz, a ver lo positivo que hay en cada uno de nosotros como regalo de Dios. Nada de lo que tenemos es nuestro. Todo se lo debemos a Dios, principalmente el don de la vida. Nada nos pertenece porque todo le pertenece. Él nos da la gracia y la libertad para que nosotros le podamos corresponder agradecidos, como el leproso samaritano o, por el contrario, no queramos saber nada de Él, como fue el caso de los nueve judíos ortodoxos. A pesar de todo, Dios sigue amándonos y derramando su gracia sobre cada uno de nosotros.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Exaltación de la poesía religiosa

Lunes, 14 de octubre | 20,30 horas 
Salón de actos | Fundación Miguel Castillejo

Mesa redonda que contará con la participación de Beatriz Villacañas, Carlos Clementson, Carmen de Silva, José de Miguel y Pablo García Baena. 
El evento literario organizado con motivo de la festividad del día de Santa Teresa de Ávila, estará coordinado por Manuel Gahete Jurado.

lunes, 7 de octubre de 2013

Concierto Día de la Hispanidad

Viernes, 11 de octubre | 21,00 horas 
Salón de actos | Fundación Miguel Castillejo

El próximo día 11 de octubre celebraremos el Día de la Hispanidad con un concierto a cargo del grupo musical Nostalgias, dirigido por Rafael Sánchez, que interpretará una selección de temas musicales de Sudamérica.

Entrada libre hasta completar aforo.

jueves, 3 de octubre de 2013

Vigésimo séptimo domingo del tiempo ordinario

Domingo, 6 de octubre

Hab 1,2-3; 2,2-4: El justo vivirá por su fe.
2 Tim 1,6-8.13-14: Vive con fe y amor cristiano.
Lc 17,5-10: Si tuvierais fe como un granito de mostaza…

Las lecturas que hoy nos propone la Iglesia para nuestra reflexión espiritual son, como siempre, de una colosal actualidad. El texto del profeta Habacuc, de cuya historia y biografía personal no sabemos casi nada, plantea uno del os grandes problemas de la humanidad de todos los tiempos, de la de entonces y de la ahora, porque es un problema sin solución que pertenece al misterio de Dios. Estamos hablando del problema del mal en el mundo.

Habacuc, de quien San Jerónimo decía que se peleaba con Dios, inquiere, busca, se interroga por el problema del mal en el mundo, pero lo hace preguntándoselo al Señor, no como quien pide modestamente una aclaración, sino como quien exige un derecho: <<¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas?>>. En el fondo le está pidiendo cuentas a Dios de por qué gobierna el mundo tan mal, con tantos desajustes y desequilibrios. Por ello, una de las derivaciones que genera este problema es preguntarse por la compatibilidad entre la bondad de Dios y la maldad del mundo: ¿Dónde está la providencia de Dios en medio de este caos y de este infierno El Señor le responde hablándole de una revelación aplazada: que Él es el Altísimo y que en su día lo contemplará. Es una clara invitación de Dios al hombre para que acepte el misterio que ahora no comprende pero que en su día se lo manifestará. Por ello, no cabe otra salida y otra solución que vivir de la fe: <<El justo vivirá por la fe>>. Todo lo que de mal hay en el mundo, todo lo que a nosotros nos pasas personalmente, todo lo que no acertamos a comprender porque por esencia es incomprensible, todo ello debemos integrarlo en el universo de la fe, que descansa en Dios como razón última de nuestro vivir, pensar y obrar.

Dostoievski, gran literato ruso, para quien el problema del mal fue una de las líneas-ejes de su pensamiento y de su inspiración creadora, llegó a afirmar que <<si el llanto de tantos millones de niños en el mundo era necesario para comprender la armonía del universo, él seguiría creyendo en Dios, pero le devolvía el billete para entrar en el cielo>>. En la misma línea temática, pero aún con más crudeza, se sitúa el literato francés y premio Nobel Albert Camus. En una de sus novelas presenta a un santo laico, retrato de sí mismo, que acepta lo mejor del Evangelio, de la Iglesia y del amor, pero que no puede aceptar de ningún modo que Dios permita el llanto y la muerte de los inocentes, de los niños. Una vez más, el eterno problema de la conciliación entre Dios y el mal que no nos deja impasibles. Lo que estamos viendo en tantos países del llamado tercer y cuarto mundo, donde el mal se ha encarnado e instalado casi de forma definitiva, golpeando y atormentando fuertemente nuestras conciencias y nuestros corazones, seamos o no creyentes.

También Jesucristo vivió el dilema entre Dios y el mal en el mundo. Un dilema que experimentó en carnes propias. Sus palabras en el Getsemaní: <<Padre, si es posible aparta de mí este cáliz>> (Lc 22, 42), lo mismo que su grito de impotencia humana en la cruz: <<Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27, 46), están revelando un gran acto de fe de Jesús, pero dentro de una gran queja generalizada de lo que le estaba pasando a Él.

Ante esta realidad ambigua sin solución humana, sólo cabe la aceptación por la fe, no del mal, que es inaceptable desde todo punto de vista, sino de la cohabitación Dios-mal. A nosotros nos toca hacer todo el bien posible, trabajar por el Reino y su justicia; lo demás es asunto de Dios. El mensaje del Evangelio es claro al respecto: tenemos que pedirle a Dios que nos aumente la fe, que nos llene cada vez más de fe. A pesar del mal en el mundo, tenemos que seguir creyendo en Dios, abismarnos en Él. Ésta es la fe que cree contra toda evidencia y espera en Dios contra toda esperanza humana. Es la fe que <<mueve montañas>>. Job, expresión de fe sin teología, es el prototipo del hombre paciente, sí, pero tremendamente exigente con Dios. Su fe es auténtica porque es una fe al desnudo, a la intemperie, sin ningún tipo de asidetos o razones humanas, porque no hay ni puede haber razones filosóficas o teológicas para un problema que pertenece sólo a la esfera de Dios. Es la fe del hombre solo ante Dios, ante el mundo y ante sí mismo. Y ahí, en la impronta original, es donde uno mismo es uno mismo, es donde se conoce y se experimenta con profundidad a Dios: <<Te conocía sólo de oídas, ahora te han visto mis ojos>> (Job 42,5).

Henri de Lubac, teólogo conciliar, afirmó que muchos católicos de hoy no son ateos, pero sí deístas, es decir, creyentes no practicantes, cuya fe es heredada, sociológica. Admiten a Dios y no lo rechazan pero como algo que está ahí no les plantea problema alguno, como tampoco se lo plantea nada relacionado con el orden de la fe y con la esfera de lo sobrenatural. En el fondo este tipo de cristiano es un cristiano que cree en Dios al margen de Dios.

Hermosa síntesis la que nos hace el profeta Habacuc: <<El justo vivirá por la fe>>, síntesis que es una invitación y una llamada de Dios a nuestro corazón para que revisemos y reestructuremos nuestra fe. Pero una fe en la que tratemos a Dios y lo conozcamos con propiedad, tal como es; una fe que indaga, que inquiere, busca, y se abandona en las manos de Dios; una fe, en consecuencia, que no es de oídas, de lo que nos dicen, sino personal de uno con Dios; una fe que lee, medita, ora, practica. En este sentido, y sólo en éste, hemos de pedir al Señor que nos <<aumente la fe>> para saber que a pesar de todo, es el mundo que Dios ha creado y ama.