martes, 27 de septiembre de 2016

Vigésimo sexto domingo de tiempo ordinario

Am 6, 1.4-7: Se acabó la orgía de los disolutos.
1 Tim 6, 11-16: Combate el buen combate de la fe.
 Lc 16, 19-31: Tú recibiste bienes y Lázaro males. Ahora él encuentra consuelo, y tú padeces.

Las reflexiones espirituales de este vigésimo quinto domingo del tiempo ordinario están centradas en un tema de candente y rabiosa actualidad como es la distribución justa y el recto uso de los bienes de la tierra. Parece como si los textos que hemos proclamado estuvieran hechos para nosotros, aquí y ahora. Las reflexiones espirituales a que nos invita el domingo de hoy están centradas en la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro. Siempre que he leído esta parábola me viene a la memoria una escena de Los miserables, la obra de Víctor Hugo de gran belleza literaria. La escena en cuestión tiene como protagonista al principal de los miserables, mendigo entre mendigos, quien, perseguido a su vez por un grupo de mendigos, se refugia en casa de un obispo. El obispo, siendo fiel a la ley del Evangelio, lo acoge, le da de comer y le aloja en uno de los aposentos de su mansión. Al día siguiente el mendigo había desaparecido llevándose consigo todas las copas de plata que tenía el obispo en su residencia. Pero el ladrón es atrapado y conducido a casa del obispo para ser sometido a juicio. El propio obispo les dice que lo dejen en libertad porque esas copas se las ha regalado él, incluso que se había dejado olvidados dos candelabros de plata que también había regalado. Pues bien, este amor excesivo, comprensivo y misericordioso a un pobre de solemnidad es el tema del Evangelio de hoy. El pobre Lázaro y el rico Epulón son los dos personajes que recrean una profunda y dura parábola, arraigada en la tradición rabínica y reproducida por Jesucristo. Algunos interpretan esta parábola únicamente desde la vertiente social desde la que se condena taxativamente a los ricos por las situaciones de injusticias que generan. El cambio que se produce en la <> - Lázaro lo pasa bien; mientras el rico sufre – hay que reivindicarlo y propiciarlo en ésta. Por tanto, la parábola sería una llamada clara y taxativa a la lucha de clases de corte marxista. Sin embargo, pienso que tal interpretación es muy unidimensional y parcial, pues la moraleja que en ella se concluye apunta en otra dirección. Creo que el sentido verdadero de la parábola es una prolongación del significado de la parábola del administrador infiel que meditamos el domingo pasado. Por tanto, de lo que se trata es del buen uso o del mal uso que hacemos del dinero aquí en la historia y no tanto del dinero en sí. El tema de fondo es el tema de la justicia social y personal que a todos debe preocuparnos. No se trata de quitarles el dinero a unos para dárselo a otros porque lo único que haríamos sería cambiar las posiciones, pero no solucionar el problema. De lo que se trata es de tener siempre claro que el dinero no es ningún fin en sí, sino sólo y únicamente un medio. El dinero en sí no es malo, lo es la ambición que nace en el fondo de nuestro corazón y que nos lanza a una dura y frenética carrera por tener más y más. Es la llamada <> que nos conduce a centrarnos únicamente en los objetos, en las cosas y a olvidarnos irremediablemente de los sujetos, de las personas. Posiblemente el rico Epulón era un buen judío cumplidor de los ritos y de las leyes, pero la fiebre del tener se adueñó de su corazón y embotó su mente de tal manera que vivía abstraído de la realidad, ciego humana y espiritualmente para percatarse de los problemas que había a su alrededor. Aquí radica el pecado, en vivir de espaldas a las personas, con sus problemas y sus necesidades. En pensar que <> o bien en creer ingenua o maliciosamente, según se mire, que <>. Por tanto, lo que recrimina Jesús es la insensibilidad social, filantrópica, altruista y caritativa de aquellos que se dejan arrastrar y esclavizar por el dinero, único fundamento y motor de sus vidas. Esta última lección es la que a todos se nos debe quedar, tanto a los que son más ricos como al os más pobres, porque todos somos propensos a dejarnos atrapar por el delirio del dinero, por la fiebre de tener, de poseer, de presumir y de lucir. Ésta ha sido una tentación de todos los tiempos, pero especialmente del nuestro en que el hombre es designado como homo eoconomicus y la sociedad como societas rerum o sociedad de las cosas. Es también una lección que hemos de aplicarnos hoy en España por su candente actualidad: la crisis económica que nos envuelve, las tremendas distancias sociales que aún persisten, los graves y escandalosos problemas ultrajantes del paro son realidades que no podemos pasar por alto porque es nuestra realidad, la de todos. En cierto sentido, todos somos Lázaros en estas circunstancias, agravadas aún más con otros nuevos Lázaros, pobres entre los pobres. Me refiero a los inmigrantes ilegales, que huyendo de un infierno de pobreza, tienen que soportar un infierno de discriminaciones e injusticias lacerantes. Ellos, los pobres, buscan las migajas en la mesa de los países ricos. Si esto no nos importa, si <>, como se suele decir, ¿qué clase de fe es la nuestra? ¿Cuál nuestro compromiso cristiano? Es una fuerte y tremenda llamada a la dimensión humana y cristiana de nuestras conciencias –una vez más el dicho <>-. En el testimonio de vida, y sólo en el testimonio, que en este caso pasa por el compromiso con la justicia, con la caridad y con el amor, se encuentra la talla de nuestra estatura humana y cristiana. Quien es inhumano para con los demás no puede ser en absoluto cristiano por mucho que vaya a misa, comulgue o rece. Por ello, muy acertadamente manifestó San Agustín aquella famosa frase que ha quedado grabada en el frontispicio de nuestra alma: <>. Mis queridos hermanos, amigos y radioyentes: os invito a que todos hagamos un buen uso del dinero, dando vida, generando más riqueza, más porvenir y más futuro a nuestro alrededor, con los medios que cada cual tenga; a que redimamos a las familias más necesitadas y nos preocupemos por todas las situaciones de injusticia que se producen en el horizonte de nuestra vida; a que no volvamos la espalda o la mirada a los problemas ajenos: también son los míos. Y a que, por encima de todo, nuestro único mandamiento sea amar a Dios con todas nuestras fuerzas, con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

martes, 20 de septiembre de 2016

Otras colaboraciones

La Fundación Miguel Castillejo, además del su programa de actividades culturales, también colabora con otros eventos que se realizan en Córdoba, como el proyecto "Córdoba Nuestra - Viernes culturales", que tendrá lugar en el Teatro Cómico Principal el próximo viernes 23 de septiembre a partir de las 19 de la tarde.


Además, el sábado 24 de septiembre, día de la Festividad de Nuestra Señora de la Merced, tendrá lugar en la Iglesia de La Merced una misa solemne conla intervención de la Coral Miguel Castillejo a las 20 horas. Organiza la Asociación de Vecinos Torre de la Malmuerta y colabora, junto con esta Fundación, la Pro Hermandad de la Quinta Angustia.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Gala Lírica: Selección de Zarzuelas II

Fundación Miguel Castillejo | Jardín de la Fundación 
Jueves 22 de septiembre | 20,30 horas



Comenzamos las actividades del curso escolar 2016 / 2017 con la presentación de la Gala Lírica: Selección de Zarzuelas II a cargo de la Agrupación Lírica Cordobesa. La del Manojo de Rosas y Doña Francisquita
Director: Fernando Carmona
Elenco: Carmen Buendía, Cristina Avilés e Isabel López (Sopranos), Francisco Ariza y Mario Mauriño (Tenores), Domingo Ramos (Barítono), Silvia Navarro, Rafael Blanes, Antonio Rojas, Rafael de Gabriel y F. Carmona (Actores).
Pianista: Tatiana Karzhina.